Alzheimer en el perro: cómo reconocerlo

 

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El Alzheimer es, al igual que en los seres humanos, una enfermedad habitual en los perros de edad avanzada. Se estima que uno de cada dos canes mayores de 15 años la sufre, aunque puede surgir a partir de los 8 años de edad aproximadamente. Sus síntomas son similares a los que padecen las personas con este trastorno.

En la medicina veterinaria se conoce a este problema como Síndrome de Disfunción Cognitiva. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por una reducción progresiva de la memoria y el aprendizaje, que desemboca en consecuencias como pérdida de la visión y el oído, inapetencia o desorientación, entre otras. Su sistema nervioso central sufre un proceso degenerativo que crea daños irreparables en su cerebro.
Podemos identificar esta enfermedad mediante la aparición de varios síntomas. Uno de los más comunes es la desorientación, incluso dentro de nuestro propio hogar. Puede que el perro se desoriente en lugares que antes conocía perfectamente y que pierda habilidades para esquivar objetos. También es probable que se altere su ciclo de sueño, durmiendo durante el día y deambulando por la noche.

Asimismo, un can con Alzheimer sufre habitualmente alteraciones en sus hábitos. Por ejemplo, puede que no pida comer ni salir a la calle como hacía antes, e incluso que haga sus necesidades dentro de casa. Lo peor que podemos hacer en ese caso es regañarle o castigarle; recordemos que padece una enfermedad degenerativa y que no es consciente de sus actos.

Los cambios de comportamiento también son comunes. Es posible que el perro se muestre más gruñón y se aísle, y que pierda el interés por interactuar con otras personas o animales. Sin embargo, en algunos casos buscan el contacto de su familia constantemente. A veces, el animal no reconoce a sus dueños o a las personas de su entorno. Además, le costará recordar las órdenes de adiestramiento, así como aprender otras nuevas.

Ante cualquiera de estas señales debemos llevar a nuestra mascota al veterinario, para que diagnostique lo antes posible su enfermedad. No existe cura para la misma, aunque se pueden ralentizar sus síntomas a través de la medicación. Además, es importante que llevemos a cabo algunos cuidados especiales para nuestro perro.

Por ejemplo, deberemos estar pendientes de sus hábitos alimenticios, asegurándonos de que coma y beba lo suficiente (se aconseja una dieta especial para perros senior). También es recomendable motivarle con algunos juegos de inteligencia y practicando las órdenes de adiestramiento, para fortalecer su memoria.

Asimismo, tendremos que sacarlo a la calle más veces, haciendo que practique actividad física moderada a diario, y llevar a cabo ejercicios para estimular su olfato. Es fundamental, por otro lado, que no realicemos cambios en el hogar, con el fin de que el perro se desoriente lo menos posible. Y finalmente, ofrecerle grandes dosis de cariño y paciencia, pues ahora nos necesita más que nunca y debemos permanecer a su lado.

 

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